La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adherencia como el grado en el que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta o la modificación de hábitos de vida se corresponde con las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario.
El concepto de adherencia terapéutica de la OMS hace que el paciente tome un papel activo y que de forma voluntaria se adhiera a las recomendaciones dadas por el médico, en función de sus propias creencias y percepciones de su enfermedad y tratamiento.
A pesar de los avances farmacológicos y la investigación para el control de las enfermedades crónicas, los resultados en salud no son los esperados debido a la falta de adherencia, que disminuye considerablemente la eficacia y la eficiencia de los tratamientos. Algunos estudios la sitúan para pacientes con enfermedades crónicas en el 50%. La falta de adherencia llega a ser del 75% en enfermedades psiquiátricas, del 70% en pacientes asmáticos, del 50% en pacientes con hipertensión arterial (HTA), colesterol o diabetes y puede disminuir hasta el 30% en patologías agudas. Además del impacto en los resultados de salud, la falta de adherencia supone también un impacto económico para los sistemas sanitarios en todo el planeta. En Europa, se estima que la falta de adherencia supone un coste de 125.000 millones de euros y unas 200.000 muertes prematuras al año. Por tanto, la magnitud y las consecuencias asociadas a la falta de cumplimiento sitúan a la adherencia como un importante problema de salud pública a nivel mundial, que se acrecienta por el aumento de pacientes con patologías crónicas y polimedicados y el aumento de la esperanza de vida.
Todos estamos implicados en la adherencia de diferentes maneras, pero en torno a un eje central, el paciente.
El abordaje de la adherencia debe ser multidisciplinar, con una estrategia conjunta y la participación de todos los actores (paciente, familia, cuidador y profesionales) con el fin de detectar la falta de adherencia y poner en marcha acciones eficaces. Sobre todo de los profesionales sanitarios del primer eslabón, como el farmacéutico comunitario, quien por su posición estratégica y por sus conocimientos del paciente y de los medicamentos que toma (tanto de prescripción desde la medicina pública y privada como de aquello que el paciente toma sin prescripción médica) es un pilar clave e indispensable en el refuerzo de la prescripción del médico y en el seguimiento del cumplimiento terapéutico del paciente. Además, como ya hemos adelantado, es crucial implicar al paciente como parte activa en la selección de dicha estrategia, ya que forma parte de su empoderamiento en salud.
Desde Farmacia Acosta podemos aportar a nuestros pacientes todo el apoyo necesario para que el paciente se adhiera a la prescripción médica y con ello mejorar sus resultados en salud. En concreto puede reforzar en la posología, duración y efectos adversos, resolviendo todas las dudas y los miedos, si los existiera, en relación a su tratamiento. También disponemos de programas más intensivos para conseguir dichos objetivos como pueden ser el de Revisión del uso de la Medicación o el Sistema Personalizado de Dosificación o reacondicionamiento (SPD).